Nota: Este post tiene mas de una semana de retraso (he estado ocupado trabajando).
Como ya saben, hace ya un buen tiempo que no escribo, mas que todo por razones de trabajo, pero ha sido el mismo que me ha traído a Ecuador, mas precisamente a Quito a trabajar en un proyecto y es obvio que la situación me ha dado algo de que escribir.
Llegue el miércoles en la tarde después de 2 horas de retraso en la salida tras un vuelo muy aburrido (a no ser que se cuenten algunas turbulencias y un interesante bamboleo en el avión aterrizar). Después de buscar mi maleta tome un taxi para que me llevara al hotel, el recorrido por la ciudad me dio una sensación de familiaridad que no se debía al hecho de ya haber estado en Quito, sino por su leve parecido a Bogota (algo que no note la ultima vez que vine), aun asi, Quito no tiene ese rush, ese acelere con el cual viven nuestros capitalinos, (o al menos los que conozco, que son muy pocos) aquí las cosas son un poco mas calmadas, y eso me alegra.
El jueves siguiente, después de unas cuantas reuniones con clientes y después de pasar casi una hora y media sin hacer nada por falta de recursos (no habia equipo, no habia servidor y no habia red) mi jefe nos invito a salir. Recorrimos la zona rosa buscando un sitio donde cenar, eso nos llevo a un sitio ubicado en un segundo piso que se veía prometedor pero que precisamente quedo en promesas. Después de pedir algo (no recuerdo que fue), se nos acerca el mesero y nos dice que hay un Cover por que ese día tocaba una banda ¿A quien se le ocurre cobrar Cover luego de que se han consumido más de US$20 por cabeza? A LD (un compañero de la empresa) y a mi nos pareció ridículo, al menos en Colombia se cobra en la entrada, pero bueno, ya hecho el gasto nos quedamos a ver la banda, sin embargo, la primera canción dejo claro que NO era lo que esperábamos y la cara de las demás personas también reflejaba que NO eran una buena banda. Tres canciones después, salimos del lugar buscando mejores ritmos. Depues de caminar unas cuants cuadras los encontramos, mi jefe nos llevo a la “Bodeguita de Cuba” un sitio que SI tenía una buena banda que SI sabia tocar salsa y son cubano.
Los mojitos fueron el trago de bienvenida, y en general, el único trago que probamos esa noche. Había varias personas, entre ellos los que parecían ser una familia de norteamericanos, todos “intentando” bailar, pero solo dos lo lograban (por ello los aplaudo). Al fondo alcanzaba a ver otro gringo, tenia lentes y una cara algo ovalada, me recordaba a Bill Gates, así que le puse el tío Bill para identificarlo. El tío Bill saltaba y saltaba de un lado para otro sin ritmo aparente, se veía muy gracioso y el descordine hacia ver a todos los demás como expertos.
El tío Bill daba pasos alocados y sin rumbo fijo, saltaba y agitaba los brazos de modo arrítmico, pero en cierto punto de la noche, deje de verlo como algo gracioso y empecé a fijarme mas en su deseo de integrarse, su deseo de disfrutar la salida sin importar que no fuese el mejor bailando, en lo obvio que era que solo estaba saltando de un lado para otro, después de todo, tenia las excusas perfectas para hacerlo: 1. Los norteamericanos no saben bailar, sus columnas son rígidas y sus piernas también, es una verdad universal y ellos lo saben. 2. Los mojitos cubanos emborrachan a cualquiera y obviamente el lo estaba. 3. Estaba acompañado por una morenita,en la cual tenia clavados sus ojos, nadie mas parecía conocerlo, por tanto, le debía importar un pepino lo que los demás pensaran de el, en su mundo solo estaban el y la morenita, lo demas no existia.
Es todo un caso el tío Bill.
Luego de eso salimos directamente al Hotel a intentar descansar un poco antes de tener que ir a trabajar, lo cual de por si fue algo imposible para mi, aun así mi jefe y LD lo hicieron (al menos en apariencia), pero confienso que yo encuentro dificil salir, tomar algo de licor y levantarme a las 6 am para ir a trabajar, simplemente no tengo esa capacidad.
Hasta el momento me ha gustado lo que he visto de Quito, es una ciudad muy diferente al estereotipo que todos tenemos (similar a como cuando muestran a Colombia como una selva infestada de guerra y sangre) y ha excepción de la soledad extrema en la que me la paso (y de que ya me estoy aburriendo de que las meseras y las Host me miren raro cuando digo “Si, mesa para uno”), he visto que Quito es una ciudad muy llamativa y llena de contrastes… Es interesante volver a verla después de tanto tiempo.
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