El odiaba muchas cosas de ella, muchísimas al decir verdad. Odiaba la forma en que cortaba los tomates en diagonal, odiaba que le echara 4 cucharaditas de azúcar al café en lugar de 2, odiaba que ella no detestara Bogotá, odiaba que dejara la toalla tirada en el piso, y odiaba como caminaba cuando llegaba tarde algún sitio, como dando saltos. Por eso esta tarde, sin pensarlo demasiado, sin mostrar duda alguna o remordimiento, el se lleno aun más de odio, y la mato.
martes, mayo 11, 2010
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